9.6.10

Louis Kahn, Conversación con Jóvenes Arquitectos

Un joven arquitecto me ha formulado esta pregunta: - Sueño con espacios maravillosos, espacios que surgen y se desarrollan fluidamente, sin comienzo ni fin, hechos de un material continuo, blanco y oro. ¿Por qué cuando trazo la primera línea sobre el papel, tratando de fijar el sueño, éste resulta desmerecido? Es una pregunta interesante. He aprendido que una buena pregunta tiene más valor que la más brillante de las respuestas. Esta es una pregunta que se relaciona con lo mensurable y lo inconmensurable. La naturaleza - la naturaleza física - es mensurable. Las emociones y la fantasía no tienen medida, no tienen lenguaje, y los sueños de cada uno son distintos. Todo lo que se hace, no obstante, obedece a las leyes de la naturaleza. El hombre es siempre más grande que sus obras porque nunca puede expresar completamente sus aspiraciones. Para expresarse a través de la música o de la arquitectura debe recurrir a medios mensurables como la composición y el diseño. La primera línea sobre el papel es ya una medida de lo que puede ser expresado cabalmente. La primera línea sobre el papel es ya una limitación.

- Entonces – preguntó el joven arquitecto -, ¿Cuál es la disciplina, cuál es el ritual que puede acercarnos a la psique? Porque es en esta aura sin materia ni lenguaje donde siento que el hombre verdaderamente es.

- Vuelva al Sentimiento, aléjese del Pensamiento. En el Sentimiento está la Psique. El Pensamiento es el Sentimiento más la presencia del Orden. El Orden, hacedor de toda existencia, no tiene Voluntad de Ser. Prefiero la palabra Orden en lugar de Conocimiento, porque el conocimiento personal no alcanza a expresar el pensamiento en forma abstracta. Esta Voluntad de Ser está en la Psique. Todo lo que deseamos crear tiene su principio, exclusivamente, en el sentimiento. Esto que es verdad para el científico, lo es igualmente para el artista.

Pero le previne a mi interlocutor que contar solo con el sentimiento e ignorar el Pensamiento significa no realizar.

Dijo el joven arquitecto: - Vivir y no realizar es intolerable. Los sueños llevan implícitos la voluntad de ser y el deseo de expresar esa voluntad. El pensamiento es inseparable del Sentimiento. ¿De qué manera puede entonces el pensamiento entrar a formar parte de la creación, de modo que esta voluntad psíquica pueda ser mas cabalmente expresada? Esta es mi segunda pregunta.

- Cuando el sentir personal se trasciende en la religión (no en una religión, sino en la esencia de la religión) y el Pensamiento nos lleva a la filosofía, la mente se abre hacia la comprensión. Comprensión de la virtual voluntad de ser de, digamos, determinados espacios arquitectónicos. La comprensión es la combinación del Pensamiento y el Sentir en un momento en que la mente se halla en una relación más estrecha con la Psique, origen de lo que individualiza una existencia. La forma no tiene figura ni dimensión. Por ejemplo, “cuchara” (el concepto de cuchara) caracteriza una forma que posee dos partes inseparables, el mango y el receptáculo cóncavo en tanto que una cuchara implica un diseño específico hecho en plata o madera, grande o pequeña, profunda o no.

La forma es el “que”. El diseño es el “como”. La forma es impersonal, el Diseño pertenece al Diseñador. Diseñar es un acto circunstancial, depende del dinero que se disponga, del sitio, del cliente, de la capacitación. La forma nada tiene que ver con las condiciones circunstanciales. En arquitectura, caracteriza una armonía de espacios adecuada para cierta actividad del hombre.

Reflexione entonces sobre lo que caracteriza en abstracto los conceptos “Casa”, una casa”, o “el hogar”, “casa” es el concepto abstracto de espacios convenientes para vivir en ellos. “Casa” es por lo tanto una forma mental, sin configuración ni dimensión. “Una casa”, en cambio, es una interpretación condicionada de esos espacios. Esto último es diseño. En mi opinión, el valor de un arquitecto depende más de su capacidad para aprehender la idea de “Casa”, que de su habilidad para diseñar “una casa”, que es un acto determinado por las circunstancias. “El hogar” es la casa y los ocupantes. “El hogar” varía de acuerdo con el ocupante.

El cliente para el que se diseña una casa señala al arquitecto las superficies que necesita. El arquitecto crea espacios a partir de estos requerimientos. Una casa creada de esta manera para una familia determinada debe poseer la cualidad de servir también para otra familia. De esta manera el diseño refleja su fidelidad a la forma.

Quiero decir algo más acerca de la diferencia que existe entre forma y diseño, acerca de la concepción, acerca de los aspectos mensurables de nuestro trabajo y de sus limitaciones. Giotto fue un gran pintor. Porque fue un gran artista, pintó cielos diurnos de color negro, pájaros que no podían volar, perros que no podían correr y hombres más altos que las puertas. Un pintor tiene estas prerrogativas. No tiene por qué responder a los problemas de la gravedad, ni considerar las imágenes tales como las conocemos en la vida real. Como pintor, expresa una reacción frente a la naturaleza, y, a través de sus ojos y sus reacciones, nos ilustra acerca de la naturaleza del hombre. El escultor modifica el espacio con objetos que son también expresión de sus reacciones frente a la naturaleza. No crea espacios, los modifica. El arquitecto crea espacios.

La arquitectura tiene límites. Cuando tocamos los invisibles muros de sus límites es cuanto mejor conocemos lo que ellos contienen. Un pintor puede concebir cuadradas las ruedas de un cañón para expresar la futilidad de la guerra. Un escultor puede también modelarlas cuadradas. Pero un arquitecto debe hacerlas redondas. Aunque la pintura y la escultura juegan un hermoso papel en el reino de la arquitectura, así como la arquitectura lo juega en los reinos de la pintura y la escultura, todas ellas se rigen por disciplinas distintas. Puede decirse que la arquitectura es la creación mediata de los espacios. La arquitectura no consiste meramente en cubrir las áreas prescritas por el cliente. Es la creación de espacios que evoquen el sentimiento de su uso adecuado.

Para el compositor, la hoja de música es un registro visible de lo que oye. El proyecto de un edificio debe - del mismo modo - poder leerse como una armonía de espacios iluminados. Cada espacio debe ser definido por su estructura y por el carácter de su iluminación natural. Aún un espacio concebido para permanecer a oscuras debe tener la luz suficiente proveniente de alguna misteriosa abertura que nos muestra cuán oscuro es la realidad. Por supuesto, no hablo de las pequeñas superficies que sirven a los espacios mayores.
Un gran edificio debe comenzar con lo inconmensurable; luego someterse a medios mensurables, cuando se halla en la etapa de diseño, y al final debe ser nuevamente inconmensurable. El diseño – hacer cosas – constituye un acto mensurable. En ese momento es como si el diseñador fuera la naturaleza física, misma, ya que en la naturaleza física todo es medible, aún lo que todavía no se ha medido, como sucede en la distancia a las estrellas más lejanas, que algún día, según suponemos, también podremos medir.

Lo que es inconmensurable es el espíritu psíquico. La psique se expresa a través del sentimiento y del pensamiento, y yo creo que siempre permanecerá inconmensurable. Intuyo que la voluntad de ser psíquica invoca a la naturaleza para realizarse en lo que quiere ser. Yo pienso que una rosa quiere ser una rosa. La voluntad de Ser hombre se concreta en la existencia a través de las leyes de la naturaleza y de la evolución. El resultado es siempre inferior al espíritu de ser.

Del mismo modo, un edificio ha de comenzar en un aura inconmensurable y concretarse a través de lo mensurable. Es la única manera en que podemos construir; la única manera de llegar a ser, se concreta a través de lo mensurable. Es necesario respetar las leyes, hasta el final, cuando el edificio pasa a ser algo vivo, evoca cualidades que son, nuevamente, inconmensurables. El diseño, en cuanto implica cantidades de ladrillos, métodos de construcción y de cálculo, ha finalizado; el espíritu de ser del edificio ocupa entonces su lugar.

8.6.10

¿Qué es arquitectura? y ¿qué cosas deben saber los arquitectos?


“Es la Arquitectura una ciencia que debe ir acompañada de otros muchos conocimientos y estudios, merced a los cuales juzga de las obras de todas las artes que con ella se relacionan. Esta ciencia se adquiere por la práctica y por la teoría.


La práctica es una continua y repetida aplicación del uso en la ejecución de proyectos propuestos, realizada con las manos sobre la materia, correspondiente a lo que se desea formar. La teoría, en cambio, es la que se puede explicar y demostrar, de acuerdo con las leyes de la proposición y del razonamiento, la perfección de las obras ejecutadas.

Por tanto, los arquitectos que sin teoría, y sólo con la práctica, se han dedicado a la construcción, no han podido conseguir labrarse crédito alguno en sus obras, como tampoco lograron otra cosa que una sombra, no la realidad, los que se apoyaron sólo en la teoría.

En cambio, los pertrechados de ambas cosas, como soldados provistos de las armas necesarias, han llegado más prestos y con mayor aplauso a sus fines ... De donde se deduce que el que quiera llamarse arquitecto debe conocer a la perfección tanto una como otra ... ”

Libro primero, Capitulo I. La Arquitectura y los arquitectos. Marco Lucio Vitruvio

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Condiciones deseables en los estudiantes de arquitectura

Este texto responde a un cuestionario con el que el Departamento de Proyectos de la ETSAB demandaba a los responsables de los distintos niveles en qué condiciones de conocimiento y experiencia deberían llegarles los alumnos para seguir con interés y aprovechamiento sus cursos respectivos.

Cuestionario

El alumno que reúna las condiciones que a continuación se relacionan estará en mejor disposición de apreciar lo que en nuestro curso se plantea. Condiciones que, como se verá, no se refieren todas ellas a contenidos específicos de la docencia, sino que tienen que ver a menudo con una actitud ante las cosas y con los efectos que ese talante provoca en la personalidad de quien lo asume.
1.- Conocer el fundamento de los sistemas constructivos convencionales (muros de carga, estructura de hormigón armado y estructura metálica) y capacidad para representar gráficamente una arquitectura concebida contando con uno de ellos.
2.- Tener conciencia racional y visual de los elementos básicos de la arquitectura doméstica (puertas, escaleras, muros y huecos) y capacidad para representarlos gráficamente con sentido del espacio donde intervienen.
3.- Ser capaz de aguantar la mirada, diez o más minutos, a la planta de la Casa Catasús de Coderch, pongamos por caso, sin incurrir en tedio ni tener la sensación de que se está perdiendo el tiempo.
4.- Poner en tela de juicio que el acto de proyectar se reduzca a usar el sentido común con las sugerencias y limitaciones que provocan los criterios de gusto personal.
5.- Tener serias dudas, asimismo, sobre que la artisticidad de un edificio sea proporcional a la originalidad de su aspecto.
6.- Tener curiosidad por saber si la arquitectura de Frank Gehry -por decir uno- es tan importante como se desprende de la frecuencia y admiración con que las revistas especializadas y los suplementos dominicales de la prensa diaria se ocupan de sus cosas.
7.-Haber experimentado, al menos una vez, el disfrute de la lectura como acceso al sentido del texto, algo distinto y claramente diferenciado de aquella que persigue la adquisición sistemática de conocimientos.
8.- Encontrar en algunos libros -no muchos, pero suficientes- un estímulo para la reflexión crítica, y reconocer en ellos el polo opuesto al trasiego mercantil de consignas doctrinales dispuestas para seducir.
9.- Apreciar el sentido visual de un western cualquiera de John Ford: comprobar que la realidad de la pantalla es una, y la de la historia otra muy distinta. Identificar lo cinematográfico en el modo en que lo visual da cuenta de lo vivido.
10.-Tener serias dudas acerca de que el objetivo primordial del arquitecto sea conseguir la fama, proceso que como es sabido se abrevia repitiendo banalidades con ademán trascendente, sólo para peraltar el ego de la audiencia.
11.- Dudar, hasta el extremo de no creerse, que los mejores programas de televisión son los de mayor índice de audiencia.
El conjunto de estos atributos -y otros de naturaleza afín que el lector inferirá sin dificultad- definen un modo de enfrentarse a las palabras y a las cosas cuya elaboración escapa de las posibilidades de uno y otro curso, de proyectos o de lo que sea. Debería bastar con que nuestras pláticas o reprimendas como profesores no interfieran en la marcha de quienes, estimulados por mitos y valores hoy en desuso, se empeñen en conducir su actividad y orientar sus juicios por los derroteros que acercan a ese modo de sentir.
Texto extraído de CURSO BÁSICO DE PROYECTOS. Editorial: UPC, 1998. Autor: Helio Piñón.